lunes, 30 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Vol. 31)

“Egoísmo”, como preámbulo a lo más vasto del horizonte en territorio mexicano, una región del norte donde fueron erigidas como punta de lanza ‘Las Vascongadas’, encuentro estas frases desgarradoras de “ardiente te quiero” que grita en llanto aquel Joselito, aprisionándolas para que nadie vista jamás el cuerpo de su amada...

Hará dos semanas que perdido en mis devaneos, mi fiel paisano me auspicia un momento de serenidad, él y sus cervezas y yo un simple y desabrido clamato para mitigar mi ánimo desprovisto, mi enjundia trastocada, aguantando la espera sin menor posibilidad, porque ni una miserable señal recomponía mis tribulaciones.

Decía..., mi paisano, lúcido comunicador chihuahuense, y éste que narra estábamos apostados en una cantina del centro, una ‘cosa’ llamada “Gambrino’s”, deteriorada, recordada sólo por personajes fantasmales, desdibujados todos desde épocas tan lejanas que un trago valía su peso en alcohol, borrachos y disipados, cuerdos y enajenados, sumergidos en deseos insatisfechos y sin mayor trascendencia, y tanto deliquio y tanto desdén nutriendo mi desencanto..., pero de alguna forma insospechada, siempre la suerte de mi lado, la fortuna mayor que lentamente se posiciona para apoyar una nueva magia: el artilugio por fin rinde cuentas, y su efecto hace acto de presencia.

Espero a que termine de zumbar el mensaje milagroso, incapacitado para atemperar mi ansiedad pues por propia voluntad dejé de saborear años ha los humos de los densos tequilas, leo aquel envío que me dice, muy agradecida, haber recibido su flor virtual, pero flor en fin, con la consabida réplica, reproche, regaño: “labioso”. La sangre regresó a mí. Es casi todo lo que puedo decir, y ahora estoy partiendo al cruce de los confines del desierto donde todo calla: es La Zona del Silencio, y más perdido ahora entre mis propias palabras sin poderle reclamar que me siga amando igual que lo hizo en aquel paraíso donde nacen los poetas del Septentrión. Así empieza la crónica de este viaje con un dolor atravesado y una esperanza sin límites...

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Por fortuna —siempre mi buenaventura, de la que hago uso imprudente porque exprimo sus bondades para salir de apuros—, tres amigos fraternales, cuatro, cinco... pierdo la cuenta, me lanzan el paracaídas, la tabla de salvación para que logre solventar situaciones que parecen perdidas..., y ahí está nuestro querido paisano del sur del Estado, un tal ‘Benjamin’, el hombre que congrega y concita esfuerzos con el simple uso de su voluntad norteña que tanto carecemos. Junto a él, el ingeniero Carlos Riojas, hombre sabio, inteligente, organizado, en quien ‘Benjamin’ deposita todas sus confianzas..., lo mismo Toño, líder de esta escuela de creadores de opinión pública —la Asociación de Editorialistas de Chihuahua—; Norma la maestra y poeta con toda la juventud a cuestas, vivaracha, activa, inquieta; nuestro amigo de Delicias, el siempre fiel Carlos, todo un caballero, también fino poeta; Xavier que nos trae a colación las situaciones que no debemos perder de vista, generoso amigo de raíces centenarias, y otros personajes que se suman de último momento como Carlos el trovador juarense, talentoso por el portento de sus creaciones musicales, y un joven Karlos que aún desconoce los rumbos precisos que deberá decidir para construir su futuro, abocado hoy a intentos por la cinematografía, la tv e Internet.

Bastante ‘material’ para fraguar un mínimo de creación proteica chihuahuense..., e insisto: el hombre fuerte, un tal ‘Benjamin’ que sabe muy bien qué es lo que quiere, firme y determinado, osado, así como el sabio del grupo que respalda y fortalece a todos por igual, uno de los personajes más interesantes, vívidos, intensos [su ebullición está como oculta..., para el despistado] que Chihuahua —no tan venturosa en el devenir de los siglos— recibió de regalo, ya que su estirpe proviene de una región semejante a la nuestra, Coahuila.

El viaje tiene como objetivo preciso “El Vértice Trino”, epicentro de la llamada Zona del Silencio delimitada por tres puntos de referencia inequívocos: El Cerro “Tetas de Juana”; su marido, “La Nariz de Urías”, y el Cerro de San Ignacio o Pastelone, los cuales delimitan la “intersección” de los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila, respectivamente, territorio enclavado a su vez en el inmenso desierto del norte del país que contiene la primera Reserva de la Biósfera constituida en la América Latina: “Mapimí”. La diversidad y combinación de minerales y su profundidad originada hace 65 millones de años de su antecedente, el antiguo Mar de Tetis, le otorgan cualidades peculiares que —se supone— atrae meteoritos y provoca el colapso de las ondas hertzianas. Efectivamente, la región asemeja un imán cósmico e impide en ciertas áreas la propagación de señales como la radio y los celulares.

La Zona del Silencio nació como tal impregnada en magia y se convirtió en mito cuando un ingeniero de Pemex, Harry de la Peña, realizando actividades de exploración de yacimientos a mediados de los 60 descubrió que las señales de radio difícilmente se propagaban o incluso no lograban transmitirse, por lo que él dispuso, como todo colonizador de nuestra provincia Vasca, llamarla así.

Nuestros siempre avezados vecinitos del norte lanzaron tiempo después un cohete con una punta de Cobalto 60 que “casualmente” desvió su ruta y se estrelló la madrugada del 11 de julio de 1970 en este lugar misterioso. Ni tardos ni perezosos, enviaron al astro físico nuclear Werner Von Braun a la cabeza de un equipo sofisticado de hombres, laboratorios, maquinaria y vehículos (trenes, aviones, excavadoras) a “rescatar” su ejemplar llamado “Cápsula Espacial Athena”, porque su verdadera motivación consistió —hipótesis bastante creíble— en comprobar y hasta cuantificar la riqueza de yacimientos de uranio y petróleo crudo, fundamentales para la industria de las guerras del presente y futuro [reverberaba la crisis de los misiles, estaba vigente la aventura en Indochina y muy intensa la Guerra Fría]. De todas las maneras, nuestro país [Chihuahua..., impensable en la Zona del Silencio: prácticamente no tiene vela en materia de protección ambiental y en usufructo biótico ni de ecoturismo] carece de la ejecución de una política firme e irrestricta para la salvaguarda de nuestra riqueza natural: somos una nación vilipendiada, e insignificante [nula] presencia en estas razones de soberanía. Triste. Muy triste.

Aunque en forma paralela, en nuestro privado y familiar micro mundo, los gratificantes momentos que gozamos alrededor de 50 horas de convivencia quedarán reseñados de diversas formas, ya en videos y fotos para las redes sociales y la tv, artículos y editoriales en diversas publicaciones, alguna canción evocadora, un nuevo sonido que trascienda de manera sublime el dulce silencio de la zona..., las frases que diremos a nuestros seres queridos —en lo que a mí concierne, a mi pecosa, Dama camarguense, contraste de hermosura entre La Vastedad de Santiago extrapolada desde Escalón (sur de Chihuahua), puerta de entrada a este inmenso territorio de “tempestades”, y la rica, jugosa, fresca Santa Rosalía, la CAMPIÑA del Septentrión mexicano, proclive al poema y resto de las bellas artes...

Les dejo una jocosa “bomba” yucateca, que nos brindó entre miles nuestro querido trovador juarense [¿De dónde más?]: Qué bonitos piececitos / que te ha regalado Dios / Son pequeños, redonditos / ¿Solamente tienes dos?

En agradecimiento al Lic. Benjamín Palacios Perches, el Ing. Carlos Riojas Bernal, mis queridos compañeros de viaje y al formidable equipo de apoyo bajo las órdenes de ‘Benjamin’ en Escalón Chihuahua.



NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 30 de mayo de 2011.

jueves, 26 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Del vol. 31)

“Egoísmo”, como preámbulo a lo más vasto del horizonte en territorio mexicano, una región del norte donde fueron erigidas como punta de lanza ‘Las Vascongadas’, encuentro estas frases desgarradoras de “ardiente te quiero” que grita en llanto aquel Joselito, aprisionándolas para que nadie vista jamás el cuerpo de su amada..., hará dos semanas que perdido en mis devaneos, mi fiel paisano me auspicia un momento de serenidad, él y sus cervezas y yo un simple y desabrido clamato para mitigar mi ánimo desprovisto, mi enjundia trastocada, aguantando la espera sin menor posibilidad, porque ni una miserable señal recomponía mis tribulaciones. Decía..., mi paisano, lúcido comunicador chihuahuense, y éste que narra estábamos apostados en una cantina del centro, una cosa llamada Gambrino’s, deteriorada, recordada sólo por personajes fantasmales, desdibujados todos en épocas tan lejanas que un trago valía su peso en alcohol, borrachos y disipados, cuerdos y enajenados, sumergidos todos en deseos insatisfechos y sin mayor trascendencia, y tanto deliquio y tanto desdén nutriendo mi desencanto, pero de alguna forma insospechada, siempre la suerte de mi lado, la fortuna mayor que lentamente se posiciona para apoyar una nueva magia..., el artilugio por fin rinde cuentas y su efecto hace acto de presencia. Espero a que termine de zumbar el mensaje milagroso, incapacitado para atemperar mi ansiedad pues por propia voluntad dejé de saborear años ha los humos de los densos tequilas, leo aquel envío que me dice, muy agradecida, haber recibido su flor virtual, pero flor en fin, con la consabida réplica, reproche, regaño: “labioso”. La sangre regresó a mí. Es casi todo lo que puedo decir, y ahora estoy partiendo al cruce de los confines del desierto donde todo calla: es la Zona del Silencio, y más perdido ahora entre mis propias palabras sin poderle reclamar que me siga amando igual que lo hizo en aquel paraíso donde nacen los poetas del Septentrión. Así empieza la crónica de este viaje con un dolor atravesado y una esperanza sin límites...



NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 26 de mayo de 2011.

martes, 24 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Vol. 30 Bis)

¡Chihuahua! Te quedas y yo sigo... «Te veo luego..., no tengo más que decirte.» Así me veo en un mes alejándome de este vasto territorio que parece escurrirse entre mis dedos. Un nuevo ciclo comienza, un nuevo año, todo nuevo o todo por redescubrir, con un dejo de tristeza y desazón. Pero la vida continúa conmigo o sin mí, con ella o sin ella, con o sin nosotros. Lo inexorable hace de nuevo girar los engranes de todos los ‘relojes’ que marcan todos los momentos que abarcan mi vida y la describen. Tal vez para esa fecha que se fija perentoria, mi último resabio no haya aún calibrado el fino y minucioso mecanismo del reloj..., y qué falta hace (¿?) si no se asume por principio el sólido compromiso de persona... que afecta por igual a los demás.

Como antaño, tengo a mi alcance la salida del poeta que “al volver la vista atrás, ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”, o que “como un cometa de caña y de papel, me iré tras una nube pa’ serle fiel”. Pero no, hoy ni siquiera “me dirijo a un huracán”: “serena la mirada”, porque mi determinación de cuajar los hechos pendientes que trascienden mi persona señalan que no nací para encajarme en la vida para yacer vivo. Lo contrario, discurrir y serenarme como un sonámbulo que debe acomodar bases de sueños del mañana, así de obstinado, rallando en la soberbia, según se vea, pero no puedo engañarme: me abruman, me aniquilan, me destruyen los ralentíes, y más la mala leche: desprecio la mentira y la falsa modestia; la mediocridad me mata y dormir me aterra. Cierto y muy verdadero: me voy a México porque allá VIVO y aquí fallezco.

Tengo una piedra en el zapato, un hormigueo en el estómago y un grito ahogado en mi gaznate: quiero ver —pago por ver— cuál de estas muinas se resuelve primero.

La fortuna me acompaña, he de decir para abrirme paso en los meandros de esa metrópoli abierta al pensamiento universal, a la densidad de las palabras que tienen mayor peso al viento, y éstas vuelan o se colapsan porque no cualquiera es poeta..., ése, quien detenta la palabra, mayor aún que el sabio y el científico. Debo agregar con igual convicción que no puedo equivocarme: que no debo equivocarme, en razón de que si nadie es profeta en su tierra, siempre está la posibilidad de aterrizar una idea, un sueño para los suyos al cabo de los años y con la sensación de haber restablecido un orgullo herido.., que ya casi viejo, más con cerebro intacto habré de mutar esta especie de réquiem en un canto de alegría, en un retorno de nuevos bríos, no un periplo —jamás, y como sentencia predeterminada en voluntad..., el cuerpo erguido.


NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 24 de mayo de 2011.

jueves, 19 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Vol. 30)

Han pasado casi nueve meses desde que, para un puñado de paisanos, un importante evento representó un logro destacado en la función social que entregan con amor a los jóvenes camarguenses a los que les brindan apoyo para residir en Chihuahua como estudiantes de educación superior. Diversos personajes han desfilado como líderes y miembros de la mesa directiva de una hermandad que hace algunos años se fundó con el nombre de “Asociación de Camarguenses Radicados en Chihuahua”, ACARACHI. En el corto tiempo que tengo de asistir a algunas de sus reuniones mensuales, puedo citar a algunos de esos personajes que ayudan en esta misión, entre otros Héctor Torres Simental, Valentín Ramírez Llanes, Abelardo y Aidé Aguirre, Pilo Ortega, Julián Amparán, David Castellanos, los hermanos Chávez Saldaña, Rafa Chávez, Rubén Hernández, Conchita Durán y su actual presidenta, su brillante e inquieta líder Diana Muñoz Juárez. Aquel evento al que me refiero tuvo lugar el sábado 4 de septiembre de 2010, día en que se festeja a Santa Rosalía, nuestra patrona, y en esa ocasión se inauguró la casa del estudiante (varón).

Desde septiembre a la fecha, Chihuahua y el personaje central de estos “chiles tristes” han experimentado pocos acontecimientos dignos de evocación, a no ser que los cambios en las administraciones estatal y municipal representen eventos cruciales que estén marcando una nueva pauta en el desarrollo de nuestro estado, menos aún mis peripecias que sólo relatadas de manera novelesca quizá hayan merecido interés en mis tres lectores. El bebé que está por nacer tras este periodo de gestación [fecha en que se inaugura la casa del estudiante camarguense] trae el estigma de un niño amodorrado, sin ángel, apático, anodino, carente de chispa y brillo. Parece que no va a gozar de talento ni genio..., intrascendente, lo cual es una desgracia considerando que el mundo se mueve de manera vertiginosa y que, en contra parte, en este lado del mundo el acto de dormir ocupa mayor espacio entre las actividades cotidianas, panorama que en el anterior volumen describí señalando que a pesar de esto, sí existe gente que patalea, mienta la madre, exige, plantea y propone nuevas acciones y cambios, y otros que rompen la monotonía de las consabidas tardes de cerveza y carne asada para pitorrearse de ellos mismos y de quienes se dejen, los más personajes ‘públicos’.

¿Falta inteligencia? ¿Disminuyó nuestra dotación de materia gris? ¿Nos volvimos adocenados? ¿La enajenación diezmó las capacidades proteicas, transgresoras, revolucionarias, audaces y osadas que en otras épocas experimentamos con orgullo? ¿Qué diablos nos pasó..., alguna maldición? Nótese que estas admoniciones ya no van direccionadas hacia mi adorable “Perla del Conchos”, menos aún a las pequeñas comunidades que dan luz y ofrecen inspiración al poeta o al pintor, como el lugar mítico que habrá de consolidarse en la épica narrativa del ‘siglo chihuahuense de chavira’, así con minúsculas para evitar malas vibras que la envidia suele generar cuando se perfila un nuevo espacio dentro del tejido narrativo: Chavira en contraparte a La Vastedad en Santiago, y a lo lejos el Downtown y su noche cosmo... ¡Quién lo dijera!

Miren, queridos paisanos, todos de Chihuahua: si ustedes en verdad quieren constatar el grave deterioro de la inteligencia colectiva que hoy padecemos, échense un clavado en los periódicos impresos, en los programas de tv locales y sobre todo en las redes sociales, y verán que lo que abunda es cero despliegue de atrevimiento, ingenio, reflexión, aportación de ideas y conceptos; no hay desmesura, aportación o propuesta alguna que busque incidir para mejorar lo establecido [cubierto de piedra y lodo]; no aparecen los sueños, la música, menos la poesía, el ensayo fundamentado, las acciones concretas, firmes, objetivas para transformar la educación, crear ciencia y tecnología, detonar un verdadero desarrollo económico, crear movilización social, cultura, arte... Estamos muertos en vida..., sí, es Chihuahua, justo el mismo panorama que observé, aquilaté, analicé y evalué desde hace ya dos periodos de gestación, 18 meses y un poco más cuando arribé tras el penúltimo de mis periplos.

Como fiel reflejo de lo que observo, puedo calificar esta devastación del espíritu como algo menos que un miserable chile triste. De ahí que esas pequeñas acciones que personas y organismos de la sociedad civil realizan, de a poco —pero de manera significativa para algunos— y sumadas, se convierten en hechos tangibles, sustantivos, resuelven necesidades apremiantes, que en el caso de los jóvenes respaldados por ACARACHI les representa la única oportunidad de poder cursar una carrera profesional que en La Santa Rosalía no se encuentra disponible. La naturaleza de esos emprendimientos sociales marcan la pauta de lo posible, y dan pie a replantear la función del Estado en cuanto a la naturaleza de las políticas públicas que instrumente en pleno ejercicio de sus atribuciones, desplegándose en dos vertientes de responsabilidad fundamental [amén de la procuración de justicia y la seguridad]: establecer las condiciones indispensables para impulsar el desarrollo viable en el futuro [inversiones en conocimiento e infraestructura], al tiempo que debe de auspiciar, sin cortapisas ni coerción o formas de control, las iniciativas sociales que tan buenos resultados se han alcanzado en economías de alto desarrollo como Alemania y otras naciones europeas.

La clase política chihuahuense es semejante a cualquier otra del resto de la República: por favor, jóvenes (e) lectores; éstos no son ni mejores ni peores que los de Michoacán o Veracruz; no sean ilusos. No nos distinguimos en casi nada respecto de nuestros demás connacionales. Lo que sí podemos hacer, es que esta generación de políticos primero, se dé cuenta que son observados y evaluados; segundo, que estamos en el mismo barco, porque ya no podrán abandonarlo cuando hayan concluido su periodo de responsabilidad; y tercero, que se les apoyará a realizar con eficiencia y eficacia sus funciones, indicándoles sus errores y ofreciéndoles alternativas de solución, pero tendrán que escuchar y responder con objetividad los reclamos de la sociedad civil, y deberán saber que les será imposible creerse que están cumpliendo si no la están haciendo. Hoy en día es casi imposible que un político pueda creerse sus propios engaños: la enajenación bordaría la locura, y no creo que ellos padezcan estas anormalidades de la mente [se da el caso].

Qué mejor manera de entender e interpretar los nuevos tiempos de Babel, no tanto asomándose sin ton ni son a los entresijos de las redes sociales; menos a la mediocridad de los medios impresos chihuahuenses [¿existe tv en Chihuahua?]; peor aún, a los discursos sin fe genuina y auténtica que expelen los políticos, pésimamente articulados e insustanciales..., no queridos coterráneos [objetivo de este volumen]: véanse en el espejo de agrupaciones civiles como ACARACHI y tantas otras que realmente marcan la pauta del nuevo milenio.

NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 19 de mayo de 2011.

lunes, 16 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Vol. 29)

Siguiendo la tradición del juego de conceptos que el transcurrir de las horas y años me tiene agarrado a las palabras que sean recordadas, un brillo intenso en unos ojos ahora me sujeta y giro en torno a ellos como una marioneta en espera de que el bullicio de la noche cosmo muestre vida, el periplo me abra derroteros y la vida de los tiempos nuevos de Babel ofrezca más que promesas en este rincón donde la vastedad me tiene prisionero, convertido en un simple personaje que gira y no avanza, ni siquiera en las ideas primarias de una ‘Piedra de Sol’ que el poeta mayor me enseño a leer, viendo la otredad y recreando espejos del futuro para que en estas tierras de desolación se agite mi alma y vuelva a sentir los cambios de luz, casi absorto, casi perdido en los confines donde no existe el pensamiento...

Podría decir que estoy casi solo, pero mentiría: dos o tres figuras o lectores recrean mi espectáculo, mi frenesí, mi historia nueva, postmoderna. Casi caigo en la cuenta de que sigo vivo —así llego a pensar: lo creo por estas palabras y el milagro de esos ojos, el brillo de esos ojos, lo intenso de esos ojos, mi vida transformada en vida redimida, sólo porque existe la increíble expresión de lo más hermoso que a un poeta le dan en gracia para que pueda seguir escribiendo: Mi Dama pecosa que trastocó lo que dispuse un día de abril como partida, y ahora será en verano después de mi solsticio cuando las palabras retomen su caudal de letras y empiece a verter alguna evidencia de que pertenezco sin habérmelo propuesto..., que a no ser por Valentín, HTS, el ingeniero Riojas, Mario, acaso René, fui obligado por las circunstancias a afirmar: somos ‘reales’, aún pareciéndolo, pero sin la sal que acreciente emoción de vida, grito, llanto, agudeza, ruptura, emoción que absurdamente en la red puedo palpar en ocasiones, como si a esta gente le fuera vedada su capacidad de mentar la madre, expresar odio o amor, o cualquier sentimiento así fuera de lujuria o encabronamiento; los veo dormidos, amilanados, contenidos, reprimidos, como que les hace falta su “Canción Lógica” a la Supertramp, mientras mi Dama sí grita, me recuerda siempre [lo supongo, porque me ve con unos ojos...], actúa y crea revuelos, se trae unos movimientos que contrastan con la parquedad de los muertos en vida, “su dinámica envolvente”, cambios de ritmo, enloquecimiento, entrega, risa, llanto [cuando no la veo], enjundia, que luego caigo en la cuenta que frente a este milagro está la medianía, el adormecimiento y la contención que tienen embotada a esta tierra que antaño mostró evidencias fehacientes, genuinas pruebas de vida.

A mi amigo Carlos le he dicho: para que esta ciudad esté funcionando, seguro existe gente de a de veras, que sí trabaja, se soba el lomo, se entrega, maldice, empuja y hace hasta lo imposible para que gocemos de cierto confort. Lo mismo —agrego—, para que esta ciudad no muera en el aburrimiento, la parquedad, el desánimo, la abulia, existe gente que ironiza, confabula, recrea, inventa, transgrede, se pitorrea, es campechano, vive y deja vivir, respeta el derecho de que el otro también la goce, así sean sus hijos, amigos, hermanos, que se respeten a sí mismos, y en el acto lúdico son aquellos —el resto— quienes mayores beneficios obtienen pues en la libertad de ser está la voluntad de no dañar. Sumando a la desidia el desenfado, me sorprende cómo esta ciudad apenas vive en los márgenes de lo posible para evitar la locura, incluso el suicidio o la caída sin pena ni gloria. No claudican porque aún no se les ha ocurrido.

A todo esto, mi pecosita me ha insinuado: deja espacio en tus letras a vivencias como las de tus volúmenes intermedios; me asfixio entre tus frases; dame un respiro..., necesito descansar... Su trabajo es arduo y altas sus responsabilidades de mujer madura del Siglo XXI, más mexicana aún por ser de una tierra portentosa donde el talento es una distinción que la naturaleza entregó en dones [¡Caray! y qué inteligencia], hermosas ellas, envueltas en el arte que emerge y las perpetúa entre generaciones que no dejan de producir sensualidad, belleza, sentimientos, ensoñación, canto, plástica..., en una campiña irrepetible de nuestro Septentrión. Ella cree que mi musa mayor tiene un sitio inamovible, sí en la leyenda de estos chiles tristes, pero la épica está poblada de eventos impredecibles aún para este pitoniso furtivo cuya profesión de amanuense nada lo tambalea, y respecto de ella, menos unas súplicas que acrecientan su espíritu indomable, una Dama que es una fiera o una perita en dulce como usted quiera verla, ambas en una personalidad que me tiene embrujado como el Hotel California, “such a lovely place”, olvidándose que aquella musa tiene raíces justo de la Santa Rosalía y que ‘la magia de espejos’ que da cuenta nuestro poeta mayor, se repite en “un sauce de cristal, un chopo de agua...” ad infinitum para que en un nuevo poema, todos redivivos en el primero de los tiempos, exprese sin preámbulos, acotamiento alguno, objetividad y recreación maravillosa de la realidad..., que usted, mi Dama, llegaste con unos ojos que ya quisiera / cuando rebotan las palabras / poco educadas, vacías / en ciudades que no alcanzan / a avistar más allá de su memoria // Esta mañana tu sonrisa, tus regalos / me cubren-me protegen-me auspician / y el mal sabor, amargo al mediodía / se esfuma y tu sonrisa queda / con el brillo intenso / de unos ojos pispiretos / desnudos, sin lentes que menoscaben tu belleza.”

Finiquito estas salvedades porque la duda es injustificada y la realidad tan expugnable como lo es el amor cuando se sufre y goza, endosándole estas líneas de evidencia rayana: “Jamás una sonrisa, así tendrán / porque el poema se eclipsa en inframundo negado a sensaciones // Entrega y misterio y más misterio / cuando la flor se abre y el que sueña / el poeta en ese canto / ante el brillo de una hermosa Dama / se cimbra / unas pecas que juegan en sonrisas / poeta que está abierto al sueño / que cada mirada sea suya / con un brillo donde sus ojos son suyos / y olvida frases pueriles / pues lo único que vale / es sentirla / suya.”


NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 16 de mayo de 2011.

Me diste un chocolate y una sonrisa...

Me diste un chocolate y una sonrisa
un pan para el café y té para quererte
una mañana poco fresca
de Chihuahua en el estío.
Mi casa abierta, llegaste
con unos ojos que ya quisiera
cuando rebotan las palabras
poco educadas, vacías
en ciudades que no alcanzan
a avistar más allá de su memoria.
Son iguales
aquí y allá en sus miserias de luces apagadas.
Pero esta mañana tu sonrisa, tus regalos
me cubren me protegen me auspician
y el mal sabor, amargo al mediodía
se esfuma y tu sonrisa queda
con el brillo intenso
de unos ojos pispiretos
desnudos sin lentes que lastiman.
Qué pretensiones se abrogan
al llamar palabras a esas palabras
pequeños insulsos, cargados de miserias
jamás una sonrisa, así tendrán
porque el poema se eclipsa
en su inframundo negado a sensaciones.
Entrega y misterio y más misterio
cuando la flor se abre y el que sueña
el poeta en ese canto se cimbra
ante el brillo de una hermosa Dama
unas pecas que juegan en sonrisas
poeta que está abierto al sueño
que cada mirada sea suya
con un brillo donde sus ojos son suyos
y olvida frases pueriles
pues lo único que vale...
Es sentirte
mía.
Chihuahua. Mayo 16, 2011.

domingo, 15 de mayo de 2011

Así como ese paseo de las miradas...

Ayer en una ceremonia
vi repetirse estas imágenes, inéditas
en busca de un autor, un poeta nuevo
que sueñe dentro de sus sueños...

Así como ese paseo de las miradas
una banca de ese hermoso, añorado pueblo
día siguiente retumba en el oasis de Colina, y días después
en su casa, y de manera inadvertida
otros que apenas logran digerir su diligencia, dinámica ruidosa
un ángel distintivo, estrella que otea con movimientos firmes
cual poema que modifica la ficción
un paisaje interior que cambia cuando en el discurrir de sus expresiones avanza
entregándose sin pedírselo, pues sus palabras tienen destinatario
yo, que he dejado de hablar, su voz es mi esencia, su risa y gracejadas me cimbran
me escucho en silencio, conteniendo mi ansia de acercarme y plantarle un beso
que ya no se imaginen lo que es un hecho...
y queden perplejos de mi desfachatez
primero odiará
empezará luego a perdonarme, aceptando en su pecado ese desliz
más bien escándalo que a su casa de invitado
y en sus sonrisas y alegría plena, creerá finalmente en mi inocencia
y en mi derecho de haberle soltado de improviso, ese beso
que sí me estaba pidiendo.
Ya lo sabía...

Chihuahua. Mayo 15, 2011.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Vol. 28)

«Si me voy a Juárez es porque Juárez me está esperando...», me dije a mí mismo. En ese momento también pensaba lo que debí de haberle aclarado a El Flaco, que en Chavira me daba cátedra del manejo de situaciones al grado de que si él tuviera el privilegio de expresarse en otra lengua me habría recortado con un certero, “There is a situation”, lo cual es improbable dada su calidad meramente instintiva..., decía que a ese interlocutor de rancho debí de haberle recalcado, sin cortapisas y lo más contundente posible, que «esas pecas son para mí». Porque un día no pueden salirte con el garlito de que voy a ver qué siento si dejo de amarte: qué argucia es ésa —explíquenme—, cuando al mismo tiempo esta vibrante Dama te envía mensajes inequívocos, de que “no te me hagas bolas”, “sí te amo”, etc., etc., y te quedas como el Tío Lolo, visco y despeinado. Insisto, por qué no aprendemos a “leer” a las mujeres o, en su defecto, la madre de uno debiera en su debido momento entregarnos un manual de procedimientos para “no hacernos más bolas”, sobre todo cuando le damos más peso a éstas (y a ‘eso’) al tomar decisiones tan complicadas —sí saben a lo que me refiero, ¿verdad?

[Nada más para que se den cuenta del tamaño de atrofia al que llegué, y que todavía no es hora de que me reponga, les copio este mensaje que le envié en mi ansiedad: “Espero resarcir mi honor alicaído después de tan largo sufrimiento por tu ausencia, que casi me tuvo postrado..., de gripe, pero postrado al fin.” Justo lo contrario a ese adagio que reza: “Ni todo el dinero, ni todo el amor”... aunque, ¿cuál dinero?]

Regresando al tema de Juárez que en el primer volumen con la tranquilidad que hoy me falta, admití [aunque borré luego por razones de estilo, lo cual no deja de ser cierto] que esta ciudad representa un asidero para mí, luego de la Ciudad de México, debido a las afinidades inquebrantables que me reservo por el mítico Paso del Norte. Sí, a Ciudad Juárez la quiero y me duele más que ninguna otra ciudad de mi país, como para muchos coterráneos podría ser La Santa Rosalía que he vuelto a amar como a una amante caprichosa, escurridiza, volátil. Pero Ciudad Juárez es casi tan emblemática —un grado menos— que nuestra Capital Azteca, crisol de todas las razas y centro cosmogónico. Juárez hasta hace poco era la 4° ciudad más importante de México, sólo detrás del DF, Monterrey y Guadalajara, compitiéndole y superando a Puebla, León, Ecatepec y Tijuana. No obstante, esta metrópoli será la segunda más importante (superaría a Monterrey) en la tercera década del tercer milenio: 2021-2029. El patrón de desarrollo global [exacerbado por la vecindad con EU, que no permitirá cederle la supremacía a China] impulsará de manera inexorable ese destino..., le anticipé a mi amigo Mundo, un brillante camarguense avecindado en esa frontera, uno de los lujos que este pueblo se permite desde que tengo uso de razón: dejar ir a sus mejores promesas.

Y sí, efectivamente, Ciudad Juárez cumple como ninguna otra en el contexto nacional que trasciende nuestras fronteras, los preceptos que Mircea Eliade establece respecto de un ‘centro cosmogónico’: "La creación del mundo se convierte en el arquetipo de todo gesto humano creador, cualquiera que sea su plano de referencia... se comprende mejor ahora por qué todo establecimiento humano repite la creación del mundo a partir de un punto central (el 'ombligo'). A imagen del Universo que se desarrolla a partir de un centro y se extiende hacia los cuatro puntos cardinales, la ciudad se constituye a partir de una encrucijada".

Paso del Norte es la encrucijada por antonomasia: confluencia de decenas de culturas, tránsito de mercancías, inversiones y contingentes humanos, territorio de batallas que edificaron la modernidad política, guerra sin cuartel por la hegemonía del más extremo del capitalismo salvaje, crisol donde se verterán todos los intereses globales en este nuevo milenio, nodo que establece y define como ningún otro el “Eje del S. XXI Mexicano: Chihuahua-México”, que siendo justos el nombre de este arquetipo debe etiquetarse como: “Mesoamérica-Paso del Norte”. Por eso no es descabellado asumir que si la Nación mexicana tiene futuro, éste dependerá crucialmente de la solución adecuada a la barbarie que azota a esta comunidad, la más insigne por lo que representa en valores que nos identifican, un paso adelante en razón de que aquí, o se es mexicano o no se es.

Añádase que esta ciudad está anidando de forma natural la congregación entre empresa, universidad, centro de investigación, cultura y arte. Ocurren en forma creciente las inversiones líderes en alta tecnología para no sólo maquilar; innovar, desarrollar y generar bienes y servicios con intenso valor agregado en conocimientos, en virtud de su infraestructura tecnológica, industrial, académica y de investigación científica, esta última en ciernes pero que será incentivada por la necesidad de cumplir con los retos de competitividad internacional.

De hecho, todo esto ya está edificándose, y de manera casi silenciosa. Las nuevas inversiones públicas y privadas están consolidando, por ejemplo, el concepto de la Ciudad del Conocimiento: Juárez será la primera en México y quizá en toda Latinoamérica que logre cuajar este modelo de integración entre la empresa y la universidad abocadas a la generación de nuevos productos con alto valor agregado en conocimiento.

A la par, pensamiento, cultura y arte experimentarán una dinámica explosiva, lo que obligará a realizar cuantiosas inversiones en materia de desarrollo municipal para hacer atractiva a la ciudad al talento y visitantes: reedificar la ciudad bajo el concepto de las nuevas urbes del futuro, lo policéntrico que contiene todos los servicios que demandan las diversas comunidades dentro de una metrópoli [varias ciudades en una] y la recuperación o creación de los nodos que identifican a toda la ciudad: centros histórico, deportivo (estadios, gimnasios, canchas) y cultural (museos, teatros, cines, bibliotecas, cafeterías, restaurantes, áreas de esparcimiento, todo esto ajeno a los clásicos Mall que deshumanizan). Asimismo, resolver la carencia de transporte público y deficiencias de atención a la ciudadanía, entre otros.

Existe gente que piensa este concepto; lo está trabajando; está ya recibiendo directrices y quizá financiamientos. Detrás están personajes poderosos que empujan o se involucrarán en este nuevo modelo de desarrollo urbano-arquitectónico que permita resolver el monstruo que engendramos por no haberle dado atención a los mínimos de bienestar social: educación básica, formación para el trabajo, asistencia social, lugares de esparcimiento. De no enfrentarlo, la guerra contra la delincuencia organizada y no, no podrá ser ganada.

Cierro la pinza alusiva al Eje del S. XXI Mexicano con una ‘conversación’ entre las redes con otro amigo chihuahuense —Adolfo—, luego de haber colocado una foto de las  Lagunas de Montebello: entre Chiapas y la 'Alta' Guatemala, recordando a un querido amigo chilango,  Luis Fernando, defensor de nuestras raíces mesoamericanas: cuando le aludía a Mexamérica, él indefectiblemente me contradecía: “La Alta Guatemala”, y tenía razón.

«Ni me recuerdes ese lugar de ensueño Luis, ES UNA MARAVILLA NATURAL, ataja Adolfo, para luego agregar: Chiapas es la reserva espiritual y de recursos naturales y económicos de la nación... La recorrí ampliamente; me faltó Bonampak, fue una pena, pero ya volveremos con cámara de video para plasmar la sabiduría y arte ancestral del México profundo...»..., a lo que le respondí:

«Tentador, un sueño y poema..., al tiempo que recorro en mis recuerdos aquel espectáculo de la naturaleza y la civilización superior, la maya. Tendremos que recurrir a la 'Intelligentzia' opulenta, de ser necesario, o en su defecto esperar a mi retorno del periplo en impasse.»

Pero Adolfo, no quedando conforme con lo que me ha expuesto, señala: «Luis, invitemos a los chihuahuenses a visitar el México del sureste, ese otro México donde está mucho de lo profundo de nuestras raíces. Y que nuestros paisas, en sus viajes diseñen nuevas hojas de ruta y exploración. Se olviden un poco de USA, y dirijan su mirada a lo nuestro.»

Dicho lo anterior, no me quedó más que complementarle a Adolfo su entusiasmo concreto por el mundo mágico de la ‘otredad’, con esta visión abstracta: «Divulgación, oferta de expresiones que les permitan diferenciar... Los nuestros en el fondo saben, pero es más cómodo no levantar la mirada hacia otros paisajes que les exijan reflexionar. Aquí es donde opera el juego del nuevo mundo de 'Babel', estas redes que despiertan el apetito por otros sabores distintos. Nuestra gente es hermosa y debemos tentarla a que se vuelva más atractiva: ¡¡¡No me los voy a acabar!!!»

NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 10 de mayo de 2011.

martes, 3 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Vol. 27)

“Aquellos tiempos”, título con que etiqueto una fotografía de principios de milenio en la que se ilustra el festejo de uno de los aniversarios del solsticio de verano, “pleno y radiante” —subraya mi Dama pecosa—, pocos años ha de un frenesí previo al abrupto devenir prefigurado, degustando unos cortes argentinos, la compañía de amigos fieles, una mujer dilapidada y unos tragos en la Avenida de Los Insurgentes Sur, corazón de la moderna y cosmopolita urbe azteca, intensa en movimientos, cambios permanentes, momentos distintos, agolpándose unos y otros sin advertencia, alerta, avispado, confiado, pero consciente de avatares en puerta, lúdico, entregado al deleite de postres, vinos, viandas, atenciones de calidad suprema, el mundo de primer nivel pero mejor por la calidez chilanga, el trato profesional al gusto del cliente, ocasión que se retribuye con propinas merecidas en correspondencia con la City, su rango de excelencia internacional, uno de mis amigos, ‘El Chava-Cano’ y su número 27 de la buena suerte, el más elevado, sonriente patrocinador de ese festejo para esta otra cifra de fortuna, el 21, qué más le puedo pedir a la vida, un sobrepeso, una mujer generosa, los chicos malos de la Colonia del Valle, viajes, salud, integración social, lo que cualquiera desearía para llevar una vida confortable y con comodidades..., pero los avatares ciertamente existen y los imponderables están a la orden del día y poco tiempo después empiezo a preparar de nuevo mi reencuentro con la noche cosmo internándome al incierto y provocativo ambiente de lo que puede suceder y estás listo a recibir, ha sido parte de tu existencia, una ruta que elegiste cuando desperdiciaste la oportunidad que se te brindó para tomar la vida y hacer de ella lo que hubieras deseado, en tercero de secundaria, no haber aceptado lo que el destino te ofrecía, ser responsable de tus actos y de los demás como personaje político y desde ese momento habrías resuelto La Vastedad en Santiago, pero elegiste la vida que en un momento cualquiera te arrastraría desde el bullicio a los periplos que hoy te tienen relatando sus pormenores calificados como “chiles tristes”, expresión exacta, perfecta, idónea que sólo uno como tú te pudo regalar como sugerencia en aquella cantina de la Colonia Obrera, que sólo cuando un disipado se encuentra inmerso en los humos del alcohol, como rotuló la inmortal Sonora Santanera, se vierten en automático y tal vez nunca más vuelvas a alcanzar ese rango de genialidad...

Como verán, éste ‘vehículo’ sirve como preámbulo y ventana a situaciones que enmarcan, nutren y estigmatizan días en claro-oscuros, que a todo mortal en tránsito suele concederle, lo que aprovecho para homenajear al creador de “Sobre héroe y tumbas” y “El túnel”, su brillante vida que concluyó el fin de semana, autor de esta frase inmortal con que “Llámenme Mike” y yo nos acordaremos siempre de este doctor en física nuclear y matemáticas, pintor, que un día dejó el Instituto Marie Curie en París para entregarnos: «Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne»..., Ernesto Sábato, hablando de fruiciones..., la música, poetas, fútbol y sobre todo sus ‘minas’, las así merecidamente etiquetadas mujeres argentinas, hermosas como mi pecosa y espléndida Dama quien hoy me resarce de tanto avatar, periplo, brújula sin norte en la región más norteña de México cuyas similitudes nos acercan a esas tierras de abundancia del Sur inmemorial de Borges, la provincia de Mendoza, sus vinos, granos y carne en abundancia: sí, Chihuahua y al menos una parte de Argentina tienen semejanzas [las antípodas se hermanan], y ambas latitudes no han sabido aún desplegar su gran potencial como si estuvieran a la espera, pero no sé de qué, y sí en cambio reconozco un futuro extraordinario que por lo visto no podemos dejárselo sólo a los políticos, que falta hacen pero deben ser reorientados, conducidos, corregidos por la esencia de sus comunidades, por la inteligencia y plasticidad de sus ciudadanos, por la sabiduría del pueblo.

Entre tanto, el Septentrión me detiene horas extras con la pluma desenvainada no como herramienta de guerra, oteando el horizonte que brilla con el fragor mundano del estruendo y el escándalo, metrópoli que íntegramente aglutina lo mexicano universal de cada uno de sus rincones, que la nutren y ella absorbe con un apetito voraz insaciable, porque el crisol exige su dinámica In Crescendo, desparramando todo material de vida útil o de desecho para tejer el entramado que regula allende sus fronteras. Es la magia de México que todos soñamos cuando niños, que ya no asusta a sus mayores porque el infierno está mejor posicionado aquí y la aldea global —o como llamo hoy, el tiempo de Babel— han desmitificado, añádase que de cada cinco pesos que produce la economía nacional, uno lo genera la Ciudad de México, sus poco menos de nueve millones de chilangos apoltronados entre las cumbres de Anáhuac y dulces vientos acaso tropicales en días serenos, proteicos, mitigadores de la enérgica actividad que los devora y expele para que al día siguiente renueven sus tareas como si ayer nada hubiera pasado... Erróneo, todo acontece en ese nodo del Universo, de ahí su magnetismo que a diferencia de un ‘hoyo negro’, hablando del físico-matemático-poeta-pintor Ernesto Sábato [él no utilizaba la tilde, pero yo se la coloco para decirle que lo recordaremos, como lo haremos con su tocayo, nuestro paisano, filósofo-artista platico], éste no desaparece la energía, todo lo contrario: la revuelca al usarla y se la regresa al mundo con la plasticidad que sólo este ombligo del mundo [existen 2 ó 3 en la Tierra] está habilitado por decreto divino de la Física [símbolos matemáticos de pureza y soledad] y del arte todo, la poética por delante... ¡Cómo no!


NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 2 de mayo de 2011.