lunes, 16 de mayo de 2011

Los chiles tristes (Vol. 29)

Siguiendo la tradición del juego de conceptos que el transcurrir de las horas y años me tiene agarrado a las palabras que sean recordadas, un brillo intenso en unos ojos ahora me sujeta y giro en torno a ellos como una marioneta en espera de que el bullicio de la noche cosmo muestre vida, el periplo me abra derroteros y la vida de los tiempos nuevos de Babel ofrezca más que promesas en este rincón donde la vastedad me tiene prisionero, convertido en un simple personaje que gira y no avanza, ni siquiera en las ideas primarias de una ‘Piedra de Sol’ que el poeta mayor me enseño a leer, viendo la otredad y recreando espejos del futuro para que en estas tierras de desolación se agite mi alma y vuelva a sentir los cambios de luz, casi absorto, casi perdido en los confines donde no existe el pensamiento...

Podría decir que estoy casi solo, pero mentiría: dos o tres figuras o lectores recrean mi espectáculo, mi frenesí, mi historia nueva, postmoderna. Casi caigo en la cuenta de que sigo vivo —así llego a pensar: lo creo por estas palabras y el milagro de esos ojos, el brillo de esos ojos, lo intenso de esos ojos, mi vida transformada en vida redimida, sólo porque existe la increíble expresión de lo más hermoso que a un poeta le dan en gracia para que pueda seguir escribiendo: Mi Dama pecosa que trastocó lo que dispuse un día de abril como partida, y ahora será en verano después de mi solsticio cuando las palabras retomen su caudal de letras y empiece a verter alguna evidencia de que pertenezco sin habérmelo propuesto..., que a no ser por Valentín, HTS, el ingeniero Riojas, Mario, acaso René, fui obligado por las circunstancias a afirmar: somos ‘reales’, aún pareciéndolo, pero sin la sal que acreciente emoción de vida, grito, llanto, agudeza, ruptura, emoción que absurdamente en la red puedo palpar en ocasiones, como si a esta gente le fuera vedada su capacidad de mentar la madre, expresar odio o amor, o cualquier sentimiento así fuera de lujuria o encabronamiento; los veo dormidos, amilanados, contenidos, reprimidos, como que les hace falta su “Canción Lógica” a la Supertramp, mientras mi Dama sí grita, me recuerda siempre [lo supongo, porque me ve con unos ojos...], actúa y crea revuelos, se trae unos movimientos que contrastan con la parquedad de los muertos en vida, “su dinámica envolvente”, cambios de ritmo, enloquecimiento, entrega, risa, llanto [cuando no la veo], enjundia, que luego caigo en la cuenta que frente a este milagro está la medianía, el adormecimiento y la contención que tienen embotada a esta tierra que antaño mostró evidencias fehacientes, genuinas pruebas de vida.

A mi amigo Carlos le he dicho: para que esta ciudad esté funcionando, seguro existe gente de a de veras, que sí trabaja, se soba el lomo, se entrega, maldice, empuja y hace hasta lo imposible para que gocemos de cierto confort. Lo mismo —agrego—, para que esta ciudad no muera en el aburrimiento, la parquedad, el desánimo, la abulia, existe gente que ironiza, confabula, recrea, inventa, transgrede, se pitorrea, es campechano, vive y deja vivir, respeta el derecho de que el otro también la goce, así sean sus hijos, amigos, hermanos, que se respeten a sí mismos, y en el acto lúdico son aquellos —el resto— quienes mayores beneficios obtienen pues en la libertad de ser está la voluntad de no dañar. Sumando a la desidia el desenfado, me sorprende cómo esta ciudad apenas vive en los márgenes de lo posible para evitar la locura, incluso el suicidio o la caída sin pena ni gloria. No claudican porque aún no se les ha ocurrido.

A todo esto, mi pecosita me ha insinuado: deja espacio en tus letras a vivencias como las de tus volúmenes intermedios; me asfixio entre tus frases; dame un respiro..., necesito descansar... Su trabajo es arduo y altas sus responsabilidades de mujer madura del Siglo XXI, más mexicana aún por ser de una tierra portentosa donde el talento es una distinción que la naturaleza entregó en dones [¡Caray! y qué inteligencia], hermosas ellas, envueltas en el arte que emerge y las perpetúa entre generaciones que no dejan de producir sensualidad, belleza, sentimientos, ensoñación, canto, plástica..., en una campiña irrepetible de nuestro Septentrión. Ella cree que mi musa mayor tiene un sitio inamovible, sí en la leyenda de estos chiles tristes, pero la épica está poblada de eventos impredecibles aún para este pitoniso furtivo cuya profesión de amanuense nada lo tambalea, y respecto de ella, menos unas súplicas que acrecientan su espíritu indomable, una Dama que es una fiera o una perita en dulce como usted quiera verla, ambas en una personalidad que me tiene embrujado como el Hotel California, “such a lovely place”, olvidándose que aquella musa tiene raíces justo de la Santa Rosalía y que ‘la magia de espejos’ que da cuenta nuestro poeta mayor, se repite en “un sauce de cristal, un chopo de agua...” ad infinitum para que en un nuevo poema, todos redivivos en el primero de los tiempos, exprese sin preámbulos, acotamiento alguno, objetividad y recreación maravillosa de la realidad..., que usted, mi Dama, llegaste con unos ojos que ya quisiera / cuando rebotan las palabras / poco educadas, vacías / en ciudades que no alcanzan / a avistar más allá de su memoria // Esta mañana tu sonrisa, tus regalos / me cubren-me protegen-me auspician / y el mal sabor, amargo al mediodía / se esfuma y tu sonrisa queda / con el brillo intenso / de unos ojos pispiretos / desnudos, sin lentes que menoscaben tu belleza.”

Finiquito estas salvedades porque la duda es injustificada y la realidad tan expugnable como lo es el amor cuando se sufre y goza, endosándole estas líneas de evidencia rayana: “Jamás una sonrisa, así tendrán / porque el poema se eclipsa en inframundo negado a sensaciones // Entrega y misterio y más misterio / cuando la flor se abre y el que sueña / el poeta en ese canto / ante el brillo de una hermosa Dama / se cimbra / unas pecas que juegan en sonrisas / poeta que está abierto al sueño / que cada mirada sea suya / con un brillo donde sus ojos son suyos / y olvida frases pueriles / pues lo único que vale / es sentirla / suya.”


NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 16 de mayo de 2011.

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