domingo, 4 de diciembre de 2011

—Ya párale, implora.

—Ya párale, implora.
 La bestia absorta —como si pensara—, en lo suyo está. Siquiera rumiará en ‘Capri, tu amor’, más no es posible estar en ésas, porque las otras son la redondeces frente a él, aquí en el desierto, miles alejado. Le vale: lo suyo son los olores, eso que le llega y enloquece. Noche tuvo de sobra y yardas corrieron al trote de entradas y salidas; las ideas nada que ver al día después cuando repara: su valor no está en entredicho. Camargo airoso.
—Ya déjame respirar...
La bestia calla, pero piensa. Lo suyo está allá aparte del sabor, y cree; cree saber, estar en lo cierto; error, tras error. Qué más le queda. Es una sensación que le entrega para no morir inútil, esa bestia que tiene por fin respuesta. “Ya párale...”

Chihuahua, Chih. [Primera vez que la cito], diciembre 4, 2011.

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