—Ya párale, implora.
La bestia absorta —como si pensara—, en lo suyo está. Siquiera rumiará en ‘Capri, tu amor’, más no es posible estar en ésas, porque las otras son la redondeces frente a él, aquí en el desierto, miles alejado. Le vale: lo suyo son los olores, eso que le llega y enloquece. Noche tuvo de sobra y yardas corrieron al trote de entradas y salidas; las ideas nada que ver al día después cuando repara: su valor no está en entredicho. Camargo airoso.
—Ya déjame respirar...
La bestia calla, pero piensa. Lo suyo está allá aparte del sabor, y cree; cree saber, estar en lo cierto; error, tras error. Qué más le queda. Es una sensación que le entrega para no morir inútil, esa bestia que tiene por fin respuesta. “Ya párale...”
Chihuahua, Chih. [Primera vez que la cito], diciembre 4, 2011.
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