Regresé al paraíso y los saldos adquieren las tonalidades que al capricho del que siente les dé, para sentirse feliz o incómodo, esperanzado o con la angustia de que nada nuevo se escribe en ese territorio de placer a cargo de sus hermosas mujeres, y para todo despistado —los más— una desabrida cerveza como si fuera el elixir de los dioses.
La Santa Rosalía congregó a cuatro de sus representantes de élite, uno que es reconocido como el virtuoso en la creación de las formas plásticas empotradas en diversas partes del planeta; el otro, un fiel pensador, genuino y valiente, un erudito, luchador social; un tercero, hombre brillante, de luces, matemático, líder en el sindicalismo de sus años de juventud gloriosa, y uno cuarto, un excelso poeta, además ocupado en la juventud, la formación de los niños, un hombre de bien. Pero así como ellos, otros tantos ocurrieron a la fiesta de nuestra Santa Patrona a degustar una conversación que bien cabe entre los testimonios históricos en video, textos o recuerdos para los que en Camargo están abriendo nuevas vertientes en el arte y el pensamiento, tal vez un científico, algún que otro poeta.
El sábado, día previo a los festejos, llega Sebastián —Enrique Carbajal— al aeropuerto de Chihuahua y nos brinda su bonhomía con palabras gratas llenas del calor que el verano aún presente me remite a mis calles de Camargo. Ahí está el hombre que ha conquistado a los más exquisitos y exigentes del arte fuera de nuestras fronteras. Sencillo pero exuberante, pleno y completo, dueño de su tiempo en el mágico mundo de la escultura universal. Ya en Camargo, autoridades municipales y del Instituto Chihuahuense de Educación para los Adultos le rinden homenaje, pero el sentimiento que permea es la alegría de que el hijo pródigo visita su tierra y que bien sabe tiene una deuda con su gente: una puerta, la puerta de Camargo, La Puerta de La Santa Rosalía: La Puerta de la Soledad.
Ya en la plática, espléndida, sostenida el domingo de Santa Rosalía, los cuatro personajes recrean momentos clave que los unieron desde niños, más por la edad entre Sebastián y Alonso Basaneti, por la ‘jetatura’ de Jaime García Chávez, líder político y hoy pensador de relieve en el panorama chihuahuense, y por la identificación entre el escultor y ese poeta quien ha sido deslumbrado para tocar con las palabras la obra de este artista..., decía, el profesor y poeta Pascual Esparza.
Alrededor de dos horas intercambiaron anécdotas que el auditorio de un hotel en Camargo colmó, escuchando sobre los orígenes del artista cuando niño jugaba con toda suerte de objetos que su madre le proveía, ella realizando sus tareas de costura (dedal, carretes, botones), o el lodo (zoquete) del barranco para construir sus piezas, las escasas pinturas y materiales inexistentes, pero él ya sabía cuál habría de constituirse como su obra fundamental, aquella que en sus extremos alcanzara cualquier latitud terrestre y tocara al mundo donde quiera se encontrara.
Nuestro escultor en ciernes —Enrique Carbajal— en paso por San Carlos, la academia de artes nacional, recibió de sus compañeros este singular mote en referencia a un caracter del pintor Botticelli, que él con desagrado rechazó. Tiempo después, el gran poeta Carlos Pellicer le dijo, palabras más, palabras menos: “Usted se escapó del cuadro de San Sebastián de Botticelli”, por lo que debió aceptar que después de tanta insistencia, éste sería su seudónimo como escultor.
Por supuesto, las palabras de unos y otros tejieron esta charla que, como ya apunté, será más que testimonio de los talentos que aporta esta tierra. Se constituirá como referente para aquellos jóvenes que estudien o se interesen en el arte, la génesis del creador; pero también, de los elementos singulares que se conjugaron para dar sustento a una pléyade de pensadores, como referente de las tareas que la comunidad camarguense debe apuntalar. Entender la magia que de forma casi accidental conjuga los ingredientes para que un pueblo aparezca en el espacio global como uno de los que más talentos da a la humanidad: pintores, escultores, cantantes, bailarines, cineastas, actores, músicos, poetas.
En efecto, regresé al paraíso, y la noche del sábado fui reconfortado por la pecosa, como queriéndome agradecer —la ingrata— alguno de los poemas que las más de las veces le he entregado con caricias y amor pleno; otros, los menos, en forma escrita que también se los merece, porque el sueño de una mujer vale acaso más que unas palabras. Ella sabe, como mis distinguidos coterráneos de este inusual coloquio, que una generación que nos separa no basta para impedir el encuentro con la inteligencia y su arte —de ellos—, o con la belleza de esta mujer camarguense que una noche en Chavira me tomó prisionero y es hora que aún deambulo, ahora sí muy lejos de la Vastedad en Santiago..., pero sin brújula, esperando el llamado de la noche cosmo.
NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 5 de septiembre de 2011.
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