Qué hiciste y qué embrujo
me ciñe a un sabor sin reparos.
No duermo, no escribo,
que de nada la tierra baldía
me absorbe.
El silencio no es nada
titubeante, demacrado, sin esperanza.
No hablo, medito unas letras
caído fuera de viaje y de tiempo.
Avanzo dos pasos, tres me desgrano.
No estoy ni pienso.
He perdido mi pluma, y palabras lejanas
sirven de sueños futuros.
Para qué pensar, si el pasado no pesa...
no duele —dejó su morada.
El tiempo no es tiempo;
el sueño es embrujo.
¿Sabías quién soy?
¿Supe acaso quién era?
¿Sabré un día que existo?
Dime, reina:
¿Soy viable en el tiempo?
Chihuahua, Chih., 24 de agosto 2011.
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