Determinada, más que determinada.
Hoy ni te das cuenta que tanta entereza te desquicia.
Que aún siendo misógino
evito toda referencia pueril porque hoy —sí, hoy
lo que marca la pauta son múltiples sonidos que enloquecidos
cada uno a su ritmo, acompasándose, me complican más la vida.
Siquiera supieras a qué extraño fenómeno remito este interludio.
Pero no quisiste aprovechar el conocimiento extraño de un lector
que en novelas, relatos cuya semejanza al poema es lo que nos deja
un sentimiento inútil de que algo hemos aprendido.
Que nos llevó de un lado a la parte que está más oculta.
Que incluso alguien infecundo en arte o letras, su música sirvió de nada.
Pues yo qué culpa tengo de que no sepan ver ni oír ni siquiera oler.
Como si una cerveza fuera lo que un tinto es porque así es.
O eres o no eres, y si nos vamos por partes más vale que tengas tu tele...
Es lo más inteligente que suelo escuchar desde hace dos años
cuando mi refugio lo malogré remitiéndome al pasado.
Mi morada es el hastío y los relojes no paran de indicarme
que ya perdí la dispensa concedida, y desde ya los rojos se agolpan.
¿Por qué soy tan necio?
¿Para qué escribirle al viento?
¿Alguien siquiera entiende mis improperios que quizá lean..., mejor eviten?
Chihuahua, Chih., agosto 30, 2011.
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