martes, 11 de enero de 2011

La ciudad rota

El sábado 8 de enero, integrantes de la Asociación de Camarguenses Radicados en Chihuahua AC (ACARACHI), nos reunimos para celebrar el inicio del nuevo año y brindarle nuestro apoyo irrestricto a la Ing. Diana Muñoz Juárez, nueva dirigente. Ella sucede al Dr. Héctor Torres Simental, quien realizó una labor fructífera –sustantiva– durante su mandato.
Mis coterráneos, quienes saben que suelo “arrastrar la pluma”, me solicitan que cumpla con mi deber moral como hijo de esa ciudad a la que prefiero llamar Santa Rosalía, elaborando alguna idea o planteamiento que abone a nuestro terruño. Espero muy pronto intercambiar puntos de vista con el diputado que representa el municipio y establecer, bajo el marco de ACARACHI y la alcaldía, diversas líneas de acción para apoyar al segmento de población más vulnerable... nuestros jóvenes, ante la inseguridad y carencia de oportunidades.
La precariedad que experimentan algunos de los adolescentes en Santa Rosalía me trasladó a mis recuerdos cuando estudiaba la preparatoria, a mediados de los 70. Viajar a la ciudad de Chihuahua (o a Juárez) era motivo de alegría, porque caminábamos por sus calles del centro, íbamos al cine y al parque Lerdo, por ejemplo, a los lugares donde se bailaba, comprábamos algún libro, ropa, discos, y escuchábamos música. Había la sensación de certidumbre. La ciudad era un lugar donde se convivía y nos sentíamos parte de ella... Aunque luego regresábamos a Camargo, sabíamos que siempre estaba esa ciudad que se nos hacía hermosa.
En 1970 ó 1975, ¿Chihuahua era bonita? Sin las referencias con las que ahora cualquiera dispone para hacer comparaciones objetivas, no se necesita descubrir el abismo que existe respecto de Morelia, Querétaro, las colonias Roma, Condesa y Del Valle en el DF, Mérida, San Cristóbal de las Casas, etc., sino en relación con sí misma. Aquella Chihuahua en verdad era bella, porque se sentía el elemento humano en el ambiente. Ahora los jóvenes en Chihuahua dan la sensación de que sólo pueden recibir calor humano en el contexto del antro y el mall para sentirse en comunión. Por fortuna existen las instituciones académicas y los clubs deportivos donde también conviven... pero unos cuantos. ¿Y aquéllos que no estudian o que trabajan en las maquiladoras, qué más pueden hacer para disfrutar de una vida digna?
Sé del talante y convicción que posee nuestro alcalde de Chihuahua, Marco Quezada, abocado a crear comunidad. Pienso que en gran medida logró el triunfo electoral porque ha manifestado con determinación lograr ese objetivo, entre otros. ‘La tiene muy clara’, se dice allá en México. El quid del asunto es ejecutar un programa integral que considere los aspectos indispensables: que se asesore de profesionales que de entrada acepten que la Ciudad de Chihuahua está rota, y que se requiere recuperar las banquetas, primero, para que la gente camine; y recupere, segundo, su derecho a las calles por encima del uso de los vehículos... para, tercero, se pueda recuperar el centro histórico donde confluya la gente y goce del esparcimiento y la cultura; y, cuarto, la comunidad recupere la sensación de pertenencia, de sentirse miembro, personaje, individuo, hijo de la ciudad que hoy está rota. La Ciudad de Chihuahua no sólo está en el desierto... Incluso se le puede catalogar muy cercana al prototipo de la peor pesadilla que no previeron en EU: las Ciudades Desiertas.
Si Marco Quezada logra recuperar el uso de las calles para la gente (no el automóvil), los parques y jardines, los diversos lugares donde antaño se reunía la gente, así como el centro histórico que nos pertenece a todos los chihuahuenses –incluidos los oriundos de Santa Rosalía de Camargo–, habrá dado la mejor batalla frente a la inseguridad...
Entonces nuestro alcalde tendrá mayores grados de libertad para enfrascarse en la siguiente encomienda que los electores le demandaron, aún desconociendo que debía emprenderla (ellos): la reconstrucción urbanística de Chihuahua como lo demandan las comunidades que habitan grandes zonas metropolitanas en la actualidad: construcción de la Ciudad Policéntrica (varias ciudades dentro de otra, que disponen de todos los servicios urbanos), transporte multimodal y densificación, algo que aún reina en el limbo de la conceptualización entre nuestros paisanos.
Se habrá por fin asimilado ese trance que se experimenta desde hace más de tres décadas cuando Chihuahua era bella... que parecíamos estar enajenados, perdidos en el follaje de un árbol, incapacitados para ver el bosque todo.

Véase: “El Sector Terciario y la Economía del Conocimiento. Construyendo el Eje Chihuahua-México”. Proyecto registrado en el SEI, COECyTeCH.

Algún lugar de MÉXICO, a 10 de enero de 2011.

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