martes, 11 de enero de 2011

Atrévase a ver el futuro: conozca el 2012

Usted, querido (e) lector, seguro se ha visto tentado a escudriñar el futuro, pero también puede ser como aquellos que temen –se espantan ante– la posibilidad de introducirse en los meandros del devenir. Déjeme recordarle que todo creador: poeta, científico, inventor depende de esa virtud... claro, y del conocimiento, la disciplina y la dedicación.
Esto viene a cuento porque la política –diga lo contrario quien así lo desee– es “el arte de lo posible”.  Esta máxima nos conduce a un doble dilema: (a) como todo ‘arte’, debemos aceptar que no existen ni el tiempo ni el espacio [August Strindberg, “el más inteligente de los hombres”, nos entrega su Ensueño para que tampoco nos hagamos bolas]; y (b) como es México el sujeto en estudio, peor aún: el total surrealismo nos embarga. Dejo como atisbo de nuestra magia nacional, una entre millones de muestras.
Homero Aridjis, poeta michoacano y universal, se topa con Octavio Paz, el más universal de los mexicanos. Le dice a éste que se ha enterado con satisfacción que fue designado Embajador de México en la India, a lo que Paz le responde: Sí, voy a un país surrealista como representante de otro más surrealista [palabras más, palabras menos].
¿Cuándo se iba usted a imaginar que AMLO en jugada de tres bandas (i) le rompería el hocico a los chuchos/aliancistas (PRD-PAN), (ii) le comería el mandado al ‘carnal’ Marcelo/devaneo calderonista, y (iii) se apoltronaría en la mini batalla de todas las batallas/Estado de México? Y solo y su genio demostrado [Encinas dixit], que sólo unos pocos hacen gala en el  difícil arte de lo posible (Salinas y él).
Querido (e) lector, ¿quiere usted más pruebas de nuestro talante surrealista? ¿Se atrevería entonces a discurrir por el minado camino tras el cual se devela el misterioso 2012? Se lo pregunto porque existen ilusos –yo, entre ellos– que suelen creerse cuentos chinos y una que otra gracejada... que no hacen daño, pero cómo bajan la moral.
Mire, si usted quiere arriesgarse, deberá considerar algunos tips básicos:
“De qué lado masca la iguana”.- Vea qué opina el Gran elector, porque Felipe es un muchacho travieso y avezado que no está aún derrotado, así pierda Edomex y no termine por dar un golpe de timón convincente en materia de política económica (su guerra hasta el momento sólo le ha generado pérdidas): podría inclinar (convencer) a ese Gran elector, y usted bien sabe que ése es más importante que la suma de todos los gobiernos en los estados priístas.
“Ni yendo a bailar a Chalma”.- El trópico ha proveído el mayor de los placeres y es señero de nuestra alma. Testigos somos del chilango inmortal que un día tomó Tlacotalpan como patria, y si usted no la ha visitado es porque no le gusta el embrujo de ese trovador que nació bajo la Luna de plata. Mire: he buscado afanosamente la obtención de los indicios finales que me aseguren que Doña Marina también viene de ese rumbo (un poquito más cerca del mar e inclinada al sur: Comalcalco), ya que la hermosa princesa maya hizo posible el milagro de la nueva raza: la cósmica vasconcelista, y quienes nacen por esos rumbos están bendecidos al menos por Juan Pablo II. Por ello, no olvidemos que “los caminos de Dios son misteriosos”. El Peje tiene lo suyo, y si ahora no antagoniza con el Gran elector, cualquier cosa puede ocurrir.
“La suma de todos los temores”.- Ya se la hicieron al Peje y éste compró boleto. Por eso perdió. Sin embargo –antes de proseguir–, usted deberá considerar que existe, junto-con-pegado al factor contingencia... la mala leche, más ahora que todo se manifiesta a río revuelto y los malosos pululan en cualquier esfera de actividad... financiera, financiera o financiera. Por supuesto, no me refiero al pequeño ámbito doméstico, como decimos los economistas. El principal factor disruptivo puede originarse en la volátil apariencia del dinero. Pero, ¿qué tan volátil es ese dinero? Seguir esta advertencia es lo más sano y recomendable.
Si usted entendió lo antes expuesto, por favor llámele a su candidato preferido.

Algún lugar de MÉXICO, a 11 de enero de 2011.

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