jueves, 16 de diciembre de 2010

El derrumbe de la inteligencia

A William Faulkner le preguntaron la fórmula para escribir bien. Él sin inmutarse respondió: Primero, leer; segundo, leer, y tercero, leer. Este notable novelista del S. XX forma al lado de James Joyce [Ulises], Marcel Proust [En busca del tiempo perdido] y Malcolm Lowry [Bajo el volcán] la base de la creación literaria que tres décadas después los personajes y su entorno épico habrían de abonar las fértiles letras hispanoamericanas. Fue así como la pasión y pérdida que enciende y ensombrece a Comala [Rulfo], o que dan vida a aquella vieja casona de Coyoacán [Carlos Fuentes], la postración de Esteban y la belleza de Sofía [Carpentier], quizás el más largo embrujo que nos engulle el siglo de Macondo [García Márquez], el desaliento en Santa María [Onetti], las revelaciones que escuchamos en La Catedral... y, sin duda, la diversidad que nos prodiga el viaje a La casa verde [Vargas Llosa] representa el más vivo ejemplo del secreto de Faulkner: 99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo.

Semejante excelsitud poética deja mudo, al tiempo que ofrece una lección que ilustra el esfuerzo genuino de la voluntad de un individuo. En lo colectivo, los miserables parámetros del aprendizaje y consumo cultural del mexicano doblan o al menos cimbran cualquier festejo del poeta que alcanza la inmortalidad cuando una obra suya trasciende los idiomas, la localidad y el tiempo. Rompen todo equilibrio del espíritu y la armonía, porque detrás de ese fracaso de política pública están la desidia, la impericia y la irresponsabilidad que tienen postrada en la mediocridad a la niñez y juventud.

Hace unos días, el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA; edad 15 años) informó que México ocupa el último lugar (34°) en comprensión de lectura, matemáticas y ciencias entre los países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Peor todavía, del total de países evaluados (65), incluidos los de la OCDE (34), estamos en el lugar 48.

Ayer el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes reportó que en el último año, sólo 27% de la población ha leído un libro, 86% nunca ha ido a una exposición y 43% no conoce una biblioteca. Sí, leyó usted bien: en un país de 112 millones de habitantes, alrededor de 48 millones de mexicanos no conocen una biblioteca. En música, 54% ha ido a un concierto, y el tipo de música que escucharon fue banda, con 32% y grupera, con 16%. El 91% manifestó que nunca ha ido a un concierto de música clásica. El estudio abordó los rubros de cine, danza, música, teatro, zonas arqueológicas, museos, artes plásticas, artes visuales, bibliotecas, librerías y lectura, asistencia a centros culturales, visita a monumentos históricos, exposición a medios, entre otros.

Recordando a Samuel Ramos y su “Perfil del hombre y la cultura en México”, 76 años después el panorama es desolador. Resulta que durante el tercer trimestre del año, el Producto Interno Bruto (PIB) del rubro de servicios profesionales, científicos y técnicos registró una caída de 1.8 por ciento, la más profunda entre las cuatro actividades del sector servicios que fueron a la baja en ese periodo,  actividades que no han dado signos de recuperación durante 2010, de acuerdo con cifras del INEGI. Con ese comportamiento, el PIB de servicios profesionales acumuló siete trimestres consecutivos a la baja; razón por la cual su comparativo contra el mismo lapso de 2008 lo deja 6.9 por ciento abajo del nivel alcanzado en ese año.

Resulta que las unidades económicas incluidas en este sector se dedican principalmente a proporcionar servicios legales, de contabilidad y auditoria, arquitectura e ingeniería, diseño especializado y diseño de sistemas de cómputo. También consultoría administrativa, científica y técnica, investigación científica y desarrollo, publicidad, investigación de mercados y encuestas de opinión pública, fotografía y videograbación, traducción e interpretación, medicina, psicología, psiquiatría y servicios veterinarios, entre otros. Sí, son parte del Sector Terciario de la Economía, ese que en los países más desarrollados participa con el porcentaje más alto de creación de riqueza, hasta el 80% del PIB, y que ocupa a la mayor cantidad de trabajadores que además perciben los sueldos más altos.

A eso súmese que de acuerdo al Informe Mundial Sobre Salarios 2010-2011, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los salarios reales en México bajaron 2.6% en 2008 y 5% en 2009. En contraste, en Brasil y Argentina subieron 3.2% y 12.4%, respectivamente, a tasa anual en 2009. La negociación colectiva en los países del Cono Sur permitió proteger el poder adquisitivo de los salarios y el consumo sin comprometer el empleo. En México los salarios mínimos reales mensuales disminuyeron 1.1% en 2008 y 0.6% en 2009, mientras que en Brasil y Argentina aumentaron 9.3% y 6.8% a tasa anual en 2009, en cada caso.

Como podrá usted inferir del texto precedente, el talento depende de (y está en simbiosis con) la disciplina y el esfuerzo, que ya en la práctica es susceptible de generar un milagro llamado arte, ciencia o innovación. Pero DETRÁS de esa posibilidad de manifestación lúdica o genialidad, a nivel agregado (nacional) la entidad responsable es el Estado mexicano... so pena de que prevalezca la barbarie y la inteligencia se colapse en la comunidad MÉXICO.


Véase: “El Sector Terciario y la Economía del Conocimiento. Construyendo el Eje Chihuahua-México”. Proyecto registrado en el SEI, COECyTeCH.

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