¿Qué tan pertinente sería abordar a nuestro próximo Gobernador con una disquisición que invocara las antípodas de un hipotético programa económico? Por ejemplo, plantearle una disyuntiva entre dos extremos: ¿Priorizar la producción de alimentos, viviendo del campo, o habitar el espacio donde se diseñan los bienes intangibles en el denominado sector de los servicios? Específicamente: ¿Construir infraestructura para el sector primario o abrir brechas en la Economía del Conocimiento?
Veamos qué tanta disparidad puede caber entre ambos extremos…
Al filo de la segunda década del tercer milenio, la creación de nuevos polos de desarrollo agroindustrial bien puede depender no sólo del suministro de agua. La innovación científica y las nuevas tecnologías ilustran, sobretodo en el caso de Chihuahua, la potente simbiosis del binomio Biotecnología-Agroindustria.
El objetivo de la Biotecnología es manipular organismos vivos, para crear o modificar un producto con un propósito práctico. En otras palabras, la ingeniería genética tiene como fin producir cultivos biotecnológicos que se traducen en beneficios tanto al productor como al consumidor. De hecho, “los beneficios de la biotecnología ya están probados en el mundo pero México sólo la usa en algodón.” [Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) con datos de ASERCA, Sagarpa, AgroBio e INIFAP al 2007.]
En referencia al maíz, el IMCO señala:
v El uso de semillas transgénicas aumenta el bienestar social de los productores del campo en cerca de 10%. Además, no hay evidencia de efectos tóxicos a la salud;
v La reducción de costos es de 14% y el aumento en producción de 13%; y,
v Dada la creciente demanda de maíz, sobretodo para pecuario, urge invertir en biotecnología para mejorar productividad y precios en mercados locales.
Apoyado en esos argumentos, el IMCO sugiere promover Public-Private-Partnerships para desarrollar tecnología para maíz mexicano; asociaciones de productores para distribuir semillas, transferir tecnologías y fondear investigación, y realizar campañas de difusión y capacitación con programas educativos.
Nótese que el ejemplo antes citado en el que todos ganan, sólo aborda el caso del maíz transgénico para consumo preferentemente del ganado. Si extrapoláramos este modelo a las diversas ramas de la actividad productiva, añadiéndoles el fondeo de inversiones en proyectos tecnológicos y de innovación, las recompensas resultarían asombrosamente cuantiosas.
Sin embargo, la realidad chihuahuense no auspicia este concepto de modelo.
Hace unos días el IMCO dio a conocer su Índice de Competitividad Estatal 2010, en el que nuestra entidad registra una caída del 8° al 9° lugar nacional entre 2006 y 2008 (en 2003 ocupaba el 5° lugar). Destaca el desplome en los subíndices de “Gobierno eficiente y eficaz” (nueve lugares), “Sistema de derecho confiable y objetivo” (siete lugares) y “Sectores precursores de clase mundial” (cuatro lugares). Estos retrocesos se debieron, en parte, a la disminución de la inversión gubernamental (mientras el promedio nacional aumentó) y al incremento en la nómina burocrática (cuando el promedio nacional disminuyó).
En cuanto a la Formación de capital fijo —factor crucial en el desarrollo de toda economía—, estamos también en el 9° lugar, por debajo no sólo del DF y NL; además de Coahuila, Querétaro, Campeche…
Otro dato básico lo constituye el PIB per cápita: es 1.1% menor que el promedio nacional; es decir, anualmente generamos 1,203 pesos menos por persona. Además, la brecha salarial aumentó respecto a 2006 como consecuencia de una tasa de crecimiento promedio anual (1.7%) menor que la presentada por el promedio de las 32 entidades (2.8%).
A pesar de ello, Chihuahua sobresale por una destacada posición en el subíndice “Aprovechamiento de las relaciones internacionales” (segundo estado mejor calificado) y en “Sectores económicos con potencial” al obtener una calificación 40% mayor al promedio nacional. Esto es, destaca por:
v Su atractivo a la inversión internacional; y
v El alto número de empresas grandes, empresas en Expansión 500 y de empresas certificadas ISO 9000.
Empero, en cuanto al “Manejo sustentable del medio ambiente” y “Sistema político estable y funcional” se observan grandes deficiencias:
v La tasa de reforestación anual es casi diez veces menor que la media; se genera el doble de residuos peligrosos, y existe tres veces más degradación de suelos que el promedio nacional; y,
v Alarmante clima de inseguridad: es el estado con la mayor tasa de homicidios del país y tiene la menor eficiencia en la ejecución de sentencias.
Este breve pero sustancial reporte sobre la competitividad de Chihuahua, da pie al planteamiento de disyuntivas (título de este ensayo) que sirven para desmitificar nuestra realidad. Es como si aplicáramos un procedimiento propio de las matemáticas para demostrar una hipótesis por REDUCCIÓN AL ABSURDO.
Queda entonces demostrado que el nuevo gobierno estatal deberá resolver las causales del deterioro de la capacidad y talentos de los chihuahuenses: carencia de inversión en infraestructura y formación de capital fijo, educación, ciencia y tecnología, amén del dramático dilema de la inseguridad.
COROLARIO: LAS ANTÍPODAS SIRVEN DE ALGO.
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