Hoy se festeja a Santa Rosalía y, como diría el gran Germán Dehesa, hoy toca…, aunque sea en sábado. Sin haber buscado la ocasión o proponerme hablar sobre Camargo, la Santa Patrona aparece de repente y me exige devolver una mirada —furtiva acaso— sobre este pueblo que vivió mejores tiempos y hasta arrojó luz desde el Septentrión mexicano, tiempo ha…
Resulta, queridos paisanos, que la Asociación de Camarguenses Radicados en Chihuahua, mejor conocida como ACARACHI, celebró el pasado 28 de agosto la inauguración de la Casa de Estudiantes (varones) de Camargo, construida en esta ciudad capital. Fue una fiesta concurrida y honrada con personalidades sin distinción de partido o credo (supongo). Nacho Arrieta, Genaro Solís, los hermanos Sáenz Flores, Jaime García Chávez, Ismael Torres Simental (y su esposa), Valentín Ramírez, Mundo Guevara, el Profe Ramírez Lara, los hermanos Chávez Saldaña, Julián Amparán, Ernesto Carbajal y tantos otros cuyos nombres se han perdido en mi memoria luego de más de tres décadas fuera del estado de Chihuahua. [Mil disculpas para este transterrado: omito sin dolo.]
Pero, como lo sugerí arriba, mi verdadera motivación es sembrar una interrogante seguida de una aseveración incómoda; si ustedes quieren, insidiosa, que al final de cuentas alguien tiene que aventurar:
La estampa de Santa Rosalía de Camargo es la de un pueblo detenido en el tiempo. De esta imagen cargada de nostalgia y tristeza (amargura, para muchos) emerge, como en toda historia con final feliz, la providencia. Más no echemos campanas al vuelo…
El Dr. Héctor Torres Simental (HTS) tiene mucho que ver con este prospecto de relato. Él es el artífice de la obra real que hoy brinda apoyo a estudiantes que tienen el sueño de realizar una carrera profesional que, por supuesto, Camargo no les provee. Su diligencia, empeño, tenacidad y probadas dotes de político hicieron realidad el esfuerzo de una diversidad de participaciones cruciales para la edificación de esta Casa del Estudiante. Ya vendrá la siguiente casa para las estudiantes, porque en ello trabaja nuestro querido y estimado paisano, Presidente de ACARACHI, cuyo talento deja huella como gestor dentro de la Secretaría de Fomento Social, brindando soluciones a enfermos que solicitan cirugía, transplantes y prótesis, entre otras valiosas acciones. Veamos…
Recuerdo aquella noche de fiesta (¿1973?) cuando Gonzalo Martínez Ortega estrenó en el Cine Plaza “El Principio”, film que recrea la etapa previa a la Revolución Mexicana en el contexto histórico de Camargo. El nuestro era un verdadero emporio (casi palabras de García Chávez), no sólo en el estado de Chihuahua, con su próspera industria textil, sus molinos, la intensa actividad comercial y, como siempre, la ganadería y producción agrícola. Tengo entendido que luego de la reconstrucción, Santa Rosalía alcanzó relativa plenitud en época de López Mateos. ¿Qué nos pasó?
Sirviéndome de esbozos de cultura y materiales propios de un economista, ofreceré argumentos para mi insinuación: Camargo perdido en el tiempo. Incluso utilizaré sin subterfugios el célebre diálogo, “¿En qué momento se jodió el Perú, Zavalita?” (Mario Vargas Llosa, Conversación en la Catedral), expresión que sintetiza de manera soberbia lo que sentencia esta frase…, la necesidad de identificar las causas que provocaron ese desplome.
Tal vez podríamos estar de acuerdo que fue a mediados del siglo pasado cuando Camargo perdió la brújula. Me baso en que, entre las décadas de los 50 y 70, cuando ocurría el denominado “Milagro Mexicano”, el dinámico modelo estabilizador instrumentaba el programa de sustitución de importaciones. El sector agropecuario sería a la postre la palanca para emprender la ambiciosa transformación industrial, sirviéndose de la fijación de precios de los productos del campo (precios de garantía). Se ofrecía el sacrificio de estos productores para capitalizar las industrias de la transformación. Aquellos economistas quizá desconocían que toda camisa de fuerza trastoca la productividad y la competitividad…,
O más bien, los políticos que idearon ese proyecto contranatural. Lo cierto es que ese momento misterioso (la economía puede ser como una nebulosa) agarró desprevenido a nuestros padres y abuelos: perdieron el último tren hacia la modernidad. Los mejores hombres de antaño no supieron orientar a su descendencia, simple y sencillamente porque provenían de una era económica en declive; coexistían sin beneficios en el nuevo ordenamiento político que desde el Centro se imponía sin previo aviso; y, para colmo de males, las pocas inversiones en infraestructura (hidráulica) no estaban destinadas a ellos (Sistema de Riego No. 5). Los jóvenes y adultos de la elite camarguense vieron pasar de noche el cambio, imbuidos en sus ranchos y ganado.
Esta cruda aseveración marca el actual derrotero de Santa Rosalía de Camargo, ajeno a la actividad industrial (excepciones hay) y abstraído de lo que hoy llamamos economía del conocimiento. El caso es que dentro de 25-30 años, el principal segmento de población en Camargo será de personas de la tercera edad, conforme a la actual dinámica poblacional de México y la expulsión endémica de sus mejores promesas. De ahí que pensemos, que la verdadera vocación de Santa Rosalía, su destino, consiste en fortalecerse como un lugar propicio para el descanso y el recreo, en virtud de su dotación de balnearios, aguas termales y cuerpos de agua. No obstante, en el ínterin, ACARACHI (HTS) nos da un ejemplo (o cachetada con guante blanco) de que existen otras posibilidades.
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