Es
tiempo de La Santa Rosalía, a quien
tributo debemos los camarguenses por tener ese privilegio de pertenencia y más
de protección, diría, divina, donde las tempestades no asolan ni los vientos
arrasan. Que es lugar que lo mismo provee calor tropical y cierto frío de
Septentrión, donde sus márgenes procuran alimento y la creación es más que un
ritual de conversión a lo que deje marca, y el poeta esgrima con pinceles,
vocalización, cincel, movimientos corporales y a veces letras para su estampa
en el tiempo.
Es
tiempo que renueva la promoción que viene en camino. Por ellos que mejoran y
enderezan las obras que atrás, aquéllos dejaron huella: sobrios, inéditos, casi
ocultos, pero bastante claros, en razón de esas trazas que hoy recuperan pasos
nuevos de un transitar que sólidamente y seguros se reafirman. Casi un círculo,
un soliloquio, una vuelta sobre sí mismo…, una tautología, es la vida que
transcurre en un pueblo donde siempre hay alguien que crea y recrea con magia
proteica, la vida.
Es
tiempo de señalar la presencia determinada, activa, de ciertos personajes que
recuperan la entraña de La Santa Rosalía
de Camargo, y ofrecen entrega, pasión e inteligencia para que vibre, así
sea por una horas, esta comunidad que a veces es necesario impelerla.
Es
tiempo, sí, aunque suene extraño este ocurrimiento verbal. Pero no demerita el
hecho de que sea una mujer brillante, testaruda, obcecada, amorosa de su
tierra, quien comanda a estos disímbolos caracteres, quienes congregan a ese
festejo mayor de cada año, este 20 de octubre, para dignificar su pertenencia y
pertrechar a jóvenes que estudian en Chihuahua.
Sí,
es tiempo de referirme a “la pecosita” y a su tribu denominada ACARACHI.
¡Buen provecho!
Chihuahua, Chih., octubre 19, 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario