A mi morrita le gusta el béisbol. Me sorprende su entusiasmo, deporte cuyos genuinos adeptos son menormente inducidos en nuestra comarca, como lo son otros de afición distinta. Me recuerda a mi querida hermana, líder como ella, también apasionada por este juego de estrategias.
Ayer la viví pegada a la pantalla, devorando cada jugada como si fuera el final de la serie que pocos dejaremos de ver. La sueño en su gozo, la palpo segundo a segundo…, me conmueve, de reojo más ella que la imaginaria donde suceden los momentos de entusiasmo.
Yo mismo abandoné este hermoso deporte que de niño sentí mío cuando mi primo Meño me invitó a jugarlo, con temor, indeciso porque no sabía si tendría la habilidad para cumplirlo. Mazorquera de corazón, vital, enjundiosa, única en mi vida, mi peque preciosa. Así me veo tentado a robarme una frase que bien le va:
¿Cómo no te voy a querer?
Chihuahua, Chih., octubre 24, 2011.
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