Segunda parada en “Gambrino’s” con mi amigo, qué digo: cómplice: Valentín, agudo comunicador chihuahuense, hombre de una pieza, noble, de esas contadas personas que a lo largo de la vida encuentra uno y su cualidad que mejor lo describe es la de “un garbanzo de a libra”. Lo persuado a bebernos unas cervezas, en mi caso después de años de abstinencia total que para mi desgracia —aquí se presenta la ominosa señal de infortunio— esa cantina no sirve la indiscutible mejor cerveza mexicana, la ‘Bohemia’, que también se puede degustar en su versión oscura. Me conformo con un par de ‘Tecates’, y comienza la persecución de las ideas que perfilen cambios dramáticos a mi existencia pueril en el Septentrión mexicano. Eso creo, y qué lejos estoy. Atisbo que debo determinar mi tiempo en tránsito por estas tierras de tempestades que a lo sumo me ha redituado letras para una novela que tengo terminada mas no concluida, tan sorpresiva es la vida, fútil pero descarnada que aún los sobresaltos aparecen aquí y allá, las más de las veces porque uno los busca y así los encuentra, desórdenes, colapsos, gazapos y un sinnúmero de absurdos que pueblan nuestra existencia las más de las veces vacua. Es previo al fin de semana y dos eventos clave están por ocurrir, pero no como los pensé.
Mi otros dos consistentes y probados amigos, vecinos de esta ‘longitud de guerra’ comparten sus ilusiones, uno —el joven poeta de Delicias— con su lealtad suprema, como reza el eslogan chihuahuense venido a menos; el otro, un tal ‘Benjamin’ que dará un salto significativo en su carrera de hábil político y ahora ‘académica’ por su bien ganado ascenso en la escala de la formación profesional. Ambos suelen invitarme a compartir sus esfuerzos y éxitos merecidos que desde tiempo ha, han cifrado una comunión firme de respeto y entendimiento, apoyo y confianza mutua, por lo cual califico de alta distinción el aprecio que me prodigan. Al día siguiente en reunión programada para un evento distinto, me encontraré con mis coterráneos, y como he adelantado, ambos momentos resultan casi funestos, porque perder o poner en riesgo el mayor sentimiento de un HOMBRE por una Dama merece calificarse de tanta gravedad.
Como apóstrofe y más como corolario a lo que describo, una amiga me comentó referente a la novela que escribo: “Creo que todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿Y si hubiese hecho o sucedido esto otro?” Le contesté: «No lo hice en su momento, y hoy navego a contracorriente, amándola intensamente, perseguido por los fantasmas que quedaron pegados a mi historia, forzado a sufragar mis errores y solventar las deudas que quisieran verme postrado, pero no: "Soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie"»
Desconozco el verdadero tamaño de mi fortuna, pero hoy que es día de guardar debo por primera vez en mi existencia, sin cortapisas, manifestar mi agradecimiento a un Ser Supremo, al Karma o a las energías cósmicas, en virtud de que mi estulticia resultó CASI menor a la gracia que me concede saber expresar mi genuino dolor y sobre todo arrepentimiento por lo soberbio que he sido. De entrada exclamar: pecosa, sigo en pie.
NOTA: Work in Progress de la novela: Los chiles tristes.
© Chihuahua-México: Eje del S. XXI.
Algún lugar de MÉXICO, a 10 de julio de 2011.
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